10 diciembre 2010

Un norte no demasiado interesante



Suomenlinna

Javier Calvo

Alpha Decay, 2010

ISBN: 978-84-92837-05-2

104 páginas

12 €




José Martínez Ros

He leído casi todo lo que ha publicado Javier Calvo y (casi) nunca ha sido tiempo perdido. Repasando su carrera como narrador (además, es un relevante traductor), su inicio en el campo de la narrativa se produjo con el libro de relatos Risas enlatadas y la novela El dios reflectante, dos contundentes desafíos a las convenciones de la literatura española: referencias a películas de terror y ciencia-ficción, argumentos no lineales, montaje cinematográfico, una poderosa influencia de la ficción contemporánea de Estados Unidos, en especial del gran David Foster Wallace. Después de ese prometedor inicio, nos convenció con la ambiciosa novela Mundo maravilloso -una traslación de Hamlet a una Barcelona pop, un cuento de hadas en el que un grupo de freaks felizmente disfuncionales triunfan sobre una caterva de irreprochables malvados-, y la que es, hasta la fecha, su pequeña obra maestra, Los ríos perdidos de Londres, cuatro novelas cortas o relatos largo elípticos, trufados de citas esotéricas e imágenes extraídas del cine y la televisión, llenos de personajes turbadores y sombríamente luminosos, una maravillosa rareza que, sin embargo, no hemos visto confirmada del todo en sus nuevas entregas de 2010.

Primero nos llegó Corona de flores, un simpático pastiche gótico ambientada en una Barcelona decimonónica que no llega a elevarse en ningún momento por encima de sus modelos –por ejemplo, From Hell de Alan Moore-, escrita con una versión suavizada de su estilo anterior, sin su agresiva prosodia, pero también sin su ambición. Calvo crea unos cuantos personajes brillantes y consigue una perfecta Barcelona gótica (aunque en ella no desentonaría Jack el destripador), pero la trama se sostiene (no del todo) a base de convencionalismos. Después de esa pequeña decepción, no excesiva, puesto que se trata de una novela brutalmente entretenida, su llegada a la nueva y aguerrida editorial Alpha Decay parecía ser una excelente oportunidad para recuperar sus mejores cualidades. Lamentamos que no haya sido así.

En esta breve narración, Suomenlinna, destacan algunas de sus virtudes, pero también algunos, demasiados, defectos: entre las primeras su habilidad para contar historias distintas a cualquier otro –en este caso, la de una problemática adolescente finlandesa, fanática del black metal, condenada por un crimen racista-… que, no obstante, no es más que una nueva variación de las clásicas historias de adolescente problemático made in Salinger, cargado de nuevo de referentes musicales y cinematográficos.

Probablemente, el mayor problema (dejando de lado el pequeño estremecimiento estético de leer que una finlandesa dice un estepario “qué cojones”, los poco memorables diálogos, que nunca han sido su fuerte, o las molestas mayúsculas, remedo del estilo de su adorado Foster Wallace) es que nunca nos llega a fascinar en exceso su protagonista, ni su racismo pedestre, ni su tópico enfado con el mundo. Los adolescentes, en general, son unos protagonistas difíciles, a pesar de la venerable tradición que va desde el Lazarillo al Missisippi de Huckleberry Finn y llega a los maravillosos y sabios vástagos de la familia Glass: después de todo, es complicado no recordarse a uno mismo, durante esos años, como un poco gilipollas, dando una importancia desproporcionada a una intimidad que, sin duda, no la merecía. Calvo, enfrentado a un reto semejante en dos de los relatos de Los ríos perdidos de LondresCrystal Palace y Rosemary- y lo solventaba con mucha mayor eficacia, tal vez porque en esta ocasión pesan en exceso los elementos paródicos y la falta de una auténtica interrelación entre el plano simbólico (que hace recordar aquella frase del historiador británico Trevor-Roper definiendo la mitología nazi como un montón de majaderías nórdicas) y una realidad no demasiado interesante. No obstante, Javier Calvo, más allá de este pequeño paso en falso, continúa siendo uno de los escritores de este país a los que merece la pena leer.

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