07 marzo 2013

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Wonder Woman

Brian Azzarello y Cliff Chiang

DC Cómics, 2012

ISBN: 978-84-1552098-6

160 páginas

8,95 €

Traducción de Francisco San Rafael Simó



José Martínez Ros

Wonder Woman, uno de los pilares del cómic de superhéroes y, desde luego, su personaje femenino más famoso, nació en 1940. Su creador fue William Moulton Marston, un abogado y pedagogo de ideales (para la época) bastante progresistas que intentó crear un personaje que sirviera de heroína a las jóvenes de su época, una heroína adaptada a los cambios que estaba experimentado la sociedad de la época y, en especial, la condición de la mujer, un personaje -según sus palabras- que “fuera tan fuerte como Supermán”, decidida y valiente, pero que, al mismo tiempo, conservara lo que él consideraba los valores “femeninos” más valiosos, como son la entereza, el pacifismo y la paciencia. Desde entonces, se han publicado miles de cómics de Wonder Woman, pero se han conservado los detalles básicos de su biografía de ficción ideada por Marston.

Diana -el auténtico nombre de Wonder Woman- nación en la mítica isla de Themyscira, que no ha pisado jamás ningún hombre, hija única de la reina de las amazonas Hipólita, que permanecen allí desde hace siglos en una especie de utopía femenina igualitaria (y muy guerrera), bajo la protección de los viejos dioses griegos. De todas las etapas desde su creación, sin duda la más recomendable empezó en 1987, cuando se hizo cargo de la colección uno de los más legendarios dibujantes (y también excelente guionista) de la historia del cómic, el cubano-estadounidense George Pérez, que escribió y dibujó a Wonder Woman durante varios años, desarrollando uno de los cómics más sorprendentes y hermosos, a nivel visual, de todos los tiempos, y que resulta perfectamente comparables a clásicos norteamericanos del género como el Spirit de Eisner, el Spiderman de Stan Lee o los X-Men de Chris Claremont. No obstante, a partir del abandono de la colección por parte de Pérez, decayó rápidamente y, a pesar de que su imagen, como icono del cómic, ha permanecido presente hasta la actualidad, ninguno de los sucesivos equipos de dibujantes y guionistas que ocuparon su puesto consiguió dar con la tecla que devolviera al personaje a sus momentos de gloria. 

Al menos, hasta ahora.

En el 2011, aprovechando un remozado general de sus diferentes líneas de cómics, DC encargó una de sus series más importantes, y hasta la fecha de peor suerte, al guionista Brian Azzarello, en lo que fue una decisión bastante controvertida por los fans, ya que Azzarello era conocido, ante todo, por sus trabajos en el género negro, destacando por encima de todos su célebre y conspiranoica 100 Balas, y a un estupendo dibujante, Cliff Chiang, especializado en personajes femeninos. Las dudas no tardaron en disiparse, y pronto ha quedado demostrado que el tándem Azzarello-Chiang ha reinventado la mejor amazona que han podido leer (y ver) los aficionados al cómic en décadas. Azzarello, desde un primer momento, decidió prescindir del denso universo superheroico de DC y, ambientar la serie en una versión actualizada y contemporánea de la riquísima mitología helénica. Así, Diana tendrá que enfrentarse no a alienígenas decididos a erradicar a la humanidad o a payasos psicópatas, sino a dioses que se comportan justamente como aparecen en los mitos -violentos, astutos, lascivos, dispuestos a jugar por sus propios fines con las frágiles vidas humanas- y se verá envuelta en una vasta trama casi shakesperiana que número a número crece en complejidad y ambigüedad: Zeus ha desaparecido, dejando el Olimpo vacante, y al mismo tiempo anuncia que uno de sus descendientes acabará con el resto… Y una muchacha de la América profunda, una auténtica 'redneck', Zola,  parece que está embarazada del ausente Zeus… lo que provoca la cólera divina de su esposa, Hera, y el temor de los otros dioses que se disponen a asaltar el trono. 

Precisamente, uno de los puntos fuentes de este “renacimiento” de la amazona ha sido el rediseño de los personajes: como lector de cómics -y antiguo estudiante de mitología-, no me será fácil olvidar la presentación de Ares como un viejo cansado y nihilista en medio de alguna de las eternas guerras africanas; la de Discordia, que parece extraída de un videoclip de Depeche Mode de los noventa; o la de un Hades, transformado en un niño aterrador. Lo mejor de la historia es que ninguno de los personajes se nos presenta como un simple “malvado” o como el colmo de la bondad: todos persiguen sus propios objetivos y están, para conseguirlos, dispuestos a aliarse o traicionarse según les convenga, lo que es enfatizado por los magníficos y elípticos diálogos de Azzarello, que define perfectamente a cada uno de ellos por su modo de expresarse y por lo que sugieren más que por lo que dicen, mientras que el gran dibujo, de trazo limpio y clásico, de Chiang le da a la historia un perfecto acabado visual. 
Quizás el mejor cómic de superhéroes que publican actualmente las dos grandes editoriales del medio, Marvel y DC.

Para fortuna de los lectores, y disfrute de sus fanáticos, la Wonder Woman del siglo XXI ya está en los quioscos y librerías.


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