04 diciembre 2012

Materiales para la reflexión


CT o la Cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española

VV. AA.

Debols!llo, 2012

ISBN: 978-84-9989-694-6

246 páginas

5 €



Rafael Suárez Plácido 

Un libro colectivo que responde al concepto de cultura vertical al que se refiere su título. Un libro colectivo, pero en el que asoman premisas que han seguido la mayoría de los articulistas: la primera, que la cultura que hemos vivido en este estado en los últimos treinta y cinco años obedece, de forma casi castrante, a condiciones impuestas por el poder; la segunda, la casi absoluta sumisión de los nombres de esta cultura dominante, a esas condiciones; la tercera es que en los últimos años se están abriendo brechas en ese concepto de cultura, que se canalizan a través de internet y convergen en el 15M. Una última premisa, mucho más coyuntural, en la que inciden varios de estos autores es que como consecuencia de la Cultura de la Transición, en adelante CT, el grado de libertades en España es comparable al de Corea del Norte.

Menciono estas premisas porque el lector se las irá encontrando, y me niego a pensar que sea casual, a lo largo del libro coordinado por el periodista y novelista Guillem Martínez, que ha llevado a cabo casi toda su carrera en el diario El País, principal órgano de difusión de esta CT. Ante todo destaca el lenguaje coloquial, desenfadado, a veces humorístico, con el que se afrontan estos textos. Como muestra, un botón: cuando Guillem Martínez menciona a Sánchez Ferlosio -intuyo que Rafael-, escribe: “un señor muy citado, por lo que veo, en este volumen y al que, por tanto, deberíamos enviar un jamón”. Este es el tono que van a seguir la mayoría de los autores de este libro, que se ha editado directamente en edición de bolsillo a un precio más que asumible, con vocación de panfleto o de página web. La mayoría de los autores publican en internet y escriben como lo harían en sus bitácoras personales. Además citan textos de la red, e incluso ocurre que quien ha mantenido el registro más elevado, la magnífica narradora y ensayista Belén Gopegui, utiliza ese mismo registro en internet. Esta vocación de panfleto no resta dignidad ni interés al libro; al contrario, recupera así una de las principales funciones que pensamos que tiene la cultura: llegar al mayor número de receptores posibles y ofrecerles materiales para la reflexión.

Todo comenzó en los años posteriores al fallecimiento del dictador Franco, en los pactos de la Moncloa. Aunque Ignacio Echevarría señala que Vázquez Montalbán considera que el inicio de la Transición se da ya en vida del dictador, en los años de apertura al mundo. Los principales medios de la CT consideran a la Transición como un proceso no ya legítimo y democratizador, sino ejemplar. Es evidente que no es así. No sólo a nivel económico y social todo lo esencial permanece igual, sino que los productores de cultura, que deberían ser agitadores del pensamiento, han transigido en no cuestionar ninguno de estos términos. Los autores, hay que reconocer que sin demasiado rigor, pero sí amparados por la razón, comentan y opinan sobre los diferentes campos de la cultura (cine, música, política, igualdad, literatura, crítica o humor) y su relación con la CT. No dudo que su lectura es interesantísima para cualquiera que quiera reflexionar de verdad sobre estos temas, aunque el lector avezado encontrará pocas aportaciones realmente novedosas. ¿En estos años, nadie se ha salido de la dictadura de la CT? Pienso en Agustín García Calvo, por ejemplo. Uno espera, eso sí,  que este libro y el trabajo de sus autores sea un aldabonazo que marque la publicación de otros ensayos con más rigor, históricos, sociológicos y quizá, ¿por qué no?, filosóficos. 

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