14 febrero 2013

El autobús azul nos está llamando…



Jinetes en la tormenta

Diego A. Manrique

Espasa, 2013

ISBN: 978-84-670-0913-2

336 páginas

19,90 €



José María Moraga

El esnobismo es un fenómeno curioso: dicta que hay cosas inaceptables y otras buenas, pero por lo arbitrario y evanescente de las modas resulta complicado estar al día de la ortodoxia ‘cool’, y pocos campos tan esnobs y esclavos de la moda como la música popular llamada rock. Hay gente que dirá que le encanta la música y, preguntados, dirán que solo escuchan “la radio”. Hay otros que despreciarán a estos por ignorantes. Hay quien pensará que escuchar a Mumford & Sons es muy ‘cool’, hay quien los considerará unos vendidos. Hay quien lleva cuarenta años escuchando nada más que a los Beatles, y así sucesivamente… Servidor ha sufrido estos traumas: de adolescente quería ser guay (musicalmente) y escuchaba lo guay, pero también me avergonzaba en secreto porque flipaba con Luis Aguilé, Antonio Machín o Aznavour.

Y así seguí hasta que empecé a escuchar a Diego Manrique y su Ambigú en Radio 3, un programa en el que el periodista burgalés recomendaba música sin absolutamente ningún complejo, mezclando a Fela Kuti con Arctic Monkeys y hablando con el mismo respeto de Kiko Veneno, Fito Páez o Daddy Yankee. Y a él no se le podía acusar de “no entender” o de no tener criterio: Diego A. Manrique (como gusta de firmar) es en España una memoria viva del rock y todo lo que lo rodea. A su saber erudito une una inusitada facilidad para el epíteto y la frase feliz (cualidad que solo he visto superada en su compañero Chema Rey), lo que le convierte en un extraordinario divulgador del rock. Por si esto fuera poco, Manrique es también narrador homodiegético de sus vivencias rock: a menudo se coloca como personaje secundario en las epopeyas que narra o visibiliza su papel como entrevistador “autor”.

Su labor evangelizadora del rock la ha venido desarrollando Manrique desde hace décadas en la tele, la radio y (últimamente sobre todo) en la prensa escrita. Le faltaba el libro, ya que este crítico no ejerce de enciclopedista ‘à la’ Jordi Sierra i Fabra sino más bien de periodista ‘gonzo’, y siempre ha preferido la crónica, la opinión o la entrevista a otro tipo de obrones fasciculables. El mes pasado se publicó Jinetes en la tormenta, recopilación de artículos suyos aparecidos anteriormente en el diario El País y su órbita editorial, una auténtica delicia para los fans de la música rock, amén de una lección de redacción amena. Manrique es tan ameno que en ocasiones puede pecar de hacerse el gracioso. Otro pecadillo: el síndrome del “yo-yo-yo-yo y yo” (robo la frase a Manolo Haro), pero ¿quién puede culparle cuando dice que en tal año estuvo en tal o cual sitio con tal o cual artista si resulta que es verdad? Yo se lo perdono todo porque soy un poco fan de Diego Manrique (igual que él se confiesa fan de los Beatles, algo que hubiese censurado un Lester Bangs) y lo único que lamento del libro es que no sea un programa de radio y que no se pueda salpimentar las jugosas anécdotas que contiene con la música de los artistas a que hace referencia.

Jinetes en la tormenta comprende noventa artículos introducidos por entradillas nuevas escritas 'ad hoc'. Algunos son entrevistas, también hay obituarios, y todos repartidos entre seis bloques temáticos: “Venimos de África” (sobre música negra, oh sorpresa), “Raros, malditos, insumisos” (genios y figuras desde Syd Barrett a Yoko Ono), “Los colosos” (los que conocen vuestros padres), “Los mejores años de nuestra vida” (pop-rock español), “Así suenan las palmeras” (música exótica) y “La sacristía” (que abraza lo más bizarro del pop). En sus entretenidísimos textos Manrique no oculta sus filias y fobias. Así, a John Lennon, Bebe o The Doors se les perdona todo (el título del libro es la traducción del de una de las canciones más celebradas de estos últimos) mientras que se da cañita sorda a Led Zeppelin, Deep Purple o Coldplay, aunque siempre desde el respeto. La selección del canon de artistas incluidos en Jinetes en la tormenta será siempre un misterio: se comprende que no falten Elvis, Sinatra, Beatles, Stones, Dylan, Clash, Bob Marley o Police, pero ¿por qué no están invitados a la fiesta Aretha Franklin, AC/DC o Ray Charles? También es comprensible la voluntad de conectar con la música (léase “el público”) actual, de ahí la inclusión de Coldplay y Bebe, pero por esa regla de tres hubiéramos metido antes a Whitney Houston que a R. Kelly.

Como el objeto de esta reseña no es decir lo que falta sino lo que sí se nos ofrece, haré hincapié en el carácter excepcional de testigo en primera persona que aporta Diego Manrique. Impagables sus descripciones de Willy DeVille o Jimmy Page, su papel catalizador en la difusión de la Movida (“nueva ola”, como a él le gusta llamarla) o sus lamentos sobre la suerte corrida por Enrique Urquijo, Antonio Vega, Amy Winehouse (¡y tantos otros!). Recomiendo Jinetes es la tormenta a todos los aficionados de la música sin complejos, la gente que se compra al menos un disco cada dos meses. Si la música te toca de pasada solo, a lo mejor parecerá que no es necesario saber tantos detalles acerca de Prince. Pero si te gusta el soul y tampoco te vas a leer la biografía de Etta James, tranquilo que Manrique sí se la ha leído, la ha visto en directo y no la entrevistó porque la diva lo dejó plantado, que si no…

Si en el Reino Unido tienen a Nik Cohn y en Estados Unidos a Greil Marcus, nosotros podemos decir sin ruborizarnos que tenemos a Diego Manrique, coño. A Manrique hay que quererlo, hay que leerlo, y después -como él mismo recomienda- hay que ponerse a escuchar música. Porque este libro no está pensado para tragárselo de una sentada: el orden temático permite seguir la disposición sugerida o ir picoteando aquí y allá según nos interese. Incluso si eres un fan de la música nivel Alta fidelidad te hará gracia este libro, aunque sea para disentir de él o enmendarle la plana. 

6 comentarios:

Pisto dijo...

¡No seré yo quien le enmiende la plana a Madrid!
http://www.youtube.com/watch?v=ChF0mOeX2FQ

José Martínez Ros dijo...

Gran reseña con una matización: Coldplay no merece el menor respeto.

Fran G. Matute dijo...

Me parece muy interesante que compares a Manrique con Marcus y Cohn. La verdad es que si tuviéramos que buscarles un equivalente patrio sería él, sin duda.

Si Manrique le perdona todo a Bebe (inexplicable esto, la verdad), basta recordar que Cohn fue un ferviente defensor de P. J. Proby, que lejos de ser un papanatas, desde luego que no merecía tanta loa en su momento.

Todos estos superhombres de música tienen siempre sus salidas por la tangente (ese amor por las músicas del mundo...) lo que, a veces, provoca que pierdan cierta credibilidad. De todas formas, a Manrique yo le perdono todo... ;)

Mi amigo Nuria dijo...

Yo, en cambio, se lo perdono todo a Johnny Cash, Las Ketchup y Neil Young. Incluso a Samantha Fox (no malota, vive dios...)

Mariluz dijo...

Horchata merecidísima al joven Moraga. Tenía sólo las Coplas de Manrique. Me gustaría saber si es el mismo libro con otro nombre, que las de Alicante no nos chupamos el dedo.

Daniel Ruiz García dijo...

La omisión de AC/DC es imperdonable. Ya no lo leo (y mira que lo admiro).