13 octubre 2010

Cambio de piel


El invierno de Frankie Machine

Don Winslow

Martínez Roca, 2010

ISBN: 9788427036437

416 páginas

18,90 €

Traducción de Alejandra Devoto



Alejandro Luque

Hay historias que la literatura y el cine nos han contado una y otra vez, y sin embargo, por algún motivo, no nos cansamos de escuchar. Una de ellas es el consabido drama del malhechor que lucha por redimirse y empezar de nuevo lejos del delito, pero al que sus turbios antecedentes arrastran de un modo irremediable. Desde la saga de El Padrino hasta Atrapado por su pasado, e incluso Kill Bill, existen docenas de variantes sobre la misma idea: la imposibilidad de hacerle un regate al propio destino y de cambiar de vida.

También incurre en ella el estadounidense Don Winslow (Nueva York, 1953), un autor que en plena epidemia de novela negra nórdica lleva a los anaqueles de novedades una auténtica rareza: un policiaco americano a la antigua usanza, con gánsteres fieles al estereotipo, puños y pistolas, automóviles veloces y grandes ciudades como telón de fondo. Puede que por todo ello El invierno de Frank Machine vaya a ser adaptada en breve al cine, bajo la dirección de Michael Mann y con Robert de Niro, nada menos, en el papel protagonista.

El personaje central de esta historia es el italoamericano Frank Machianno, un sencillo vendedor de cebos de pesca y aparejos que llora escuchando las óperas de Puccini, cocina como una abuela y, a sus sesenta y tantos años, todavía se muestra como un amante más que solvente con Donna, su compañera sentimental. Su mayor orgullo es su hija Jill, fruto de su primer matrimonio, a la que sueña ver convertida en doctora.

Su discurso suele acompañarse de un latiguillo recurrente: “¡Qué trabajo me da ser yo!” Sin embargo, muy pronto el lector va a comprobar que lo realmente difícil para él es ser lo que nunca ha sido: un honesto ciudadano corriente. De hecho, Frank ha ejercido durante años como gánster, tan feroz e implacable que acabó siendo apodado Machine,o sea, “la Máquina”. Sin quererlo, se verá involucrado en una compleja trama después de recibir la visita del hijo de un conocido mafioso venido a menos. El cachorro de hampón le pide un favor que resulta ser una trampa: alguien, por algún extraño motivo, quiere acabar con Frank Machine, pero sólo consigue despertar a la fiera aletargada que lleva dentro.

A partir de este momento, la historia se desarrolla en clave de acción trepidante, con continuos saltos del pasado al presente, de modo que el misterio se va desovillando al mismo tiempo que se revela con detalle cómo fue la carrera delictiva del protagonista, con una impagable guerra por el control de los clubes de striptease como ojo del huracán. La peripecia de Machine también va de la ciudad de San Diego, donde trataba de rehacer su vida, al valle de San Fernando, en Los Ángeles -conocido como San Pornando por ser algo así como el Hollywood del cine para adultos-, pasando por Las Vegas o Detroit, cada una con sus mafiosos específicos y sus distintos grados de corrupción institucional.

Lo peor de la novela es, sin duda, la cursilería de las escenas eróticas, por fortuna escasas. Lo mejor, el hecho de que se trata de una novela muy cinematográfica, enormemente visual, cuyos personajes citan y guiñan continuamente a clásicos de la literatura negrocriminal, desde el Sam Spade de Hammett a frases textuales de El Padrino. Tienen, en este sentido, algo de Los Soprano y de Una terapia peligrosa: ese juego con el lugar común y esa inclinación por la autoparodia, aunque nunca abandone un registro más o menos serio. Los amantes del género la disfrutarán, pero hay motivos para sospechar que en la pantalla grande funcionará aún mejor.


[Publicado en la revista Mercurio]

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