19 septiembre 2011

Desmontando a Vila-Matas



Chet Baker piensa en su arte

Enrique Vila-Matas

DeBols!llo, 2011. Colección "Contemporánea"

ISBN: 978-84-9908-767-2

350 páginas

12,95 €




José M. López

DeBolsillo ha tenido la iniciativa de crear su particular colección Biblioteca Vila-Matas (Barcelona, 1948), con la pretensión de reeditar los principales textos del escritor. El pistoletazo de salida para este proyecto que busca, lógicamente, añadir algunos ceros a las respectivas cuentas corrientes de editorial y autor comienza con tres volúmenes: En un lugar solitario (primera narrativa del autor), Dublinesca (su última novela) y Chet Baker piensa en su arte. Este está compuesto por una antología de relatos que el autor ya ha publicado en anteriores y diferentes etapas, además de un último texto inédito que da título al libro.

Aunque la grandeza de este narrador distinto y enigmático cobra especial fuerza en su producción novelística, bien es cierto que lo breve, lo anecdótico y lo fragmentario suponen el germen de la insondable cosmogonía que encontramos en cada uno de sus textos extensos. Por ello, debemos advertir a los lectores potenciales, sobre todo a los incondicionales del escritor, que no encontrarán en estos relatos al mejor Vila-Matas, pero sí podrán indagar en las semillas que han dado origen a obras maestras como El mal de Montano o París no se acaba nunca.

Al igual que en sus novelas, en los relatos encontramos una tendencia a vivir en la frontera de los géneros, donde el autor, desorientado, deambula dando tumbos entre lo narrativo y lo ensayístico. En algunos textos incluso la anécdota es apenas inexistente, y la inicial apariencia de trama tan solo sirve de marco para encerrar una serie de reflexiones metaliterarias. Es el caso de “Chet Baker piensa en su arte”, un cuento extenso o novela corta en la que un crítico literario reflexiona sobre la necesidad de encontrar un punto medio entre el modo de narrar vanguardista e irracional, representado por el Finnegans Wake de Joyce, y la literatura tradicional de corte más realista, representada por Simenon.

No vamos a negar que este tipo de textos, bautizados por el propio autor como relatos de “ficción crítica”, puede llegar a desquiciar al lector que, apoltronado en su sillita de playa o apelmazado en su minúsculo asiento de metro, está ávido por toparse por secuencias eminentemente narrativas, una introducción, un nudo, un desenlace o un verbo en pretérito perfecto simple. Pero si el acomodado receptor es paciente, sabe romper con su horizonte de expectativas y se olvida de que en la portada del libro aparece el término “relatos”, podrá disfrutar de este extenso ensayo rebosante de interesantes reflexiones acerca de los nuevos caminos que debe emprender el antiguo arte de contar historias.

Pero no os asustéis. No todos los textos de esta antología se sustentan en la reflexión expositiva. La mayoría, y, en mi opinión, los que mejor dejan entrever el talento de este subyugante escritor, son aquellos eminentemente narrativos, y donde la crítica o el pensamiento resbalan tímidamente de las fascinantes historias que recorren el relato. En estos encontramos los temas que recorren toda la obra de Vila-Matas y que conforman su universo temático: la imposibilidad de discernir entre realidad y ficción (“Una casa para siempre”), las graves repercusiones de la literatura (“El efecto de un cuento”), la identidad que se difumina (“Dos viejos cónyuges”), la desaparición del creador (“El arte de desaparecer”) o el doloroso compromiso con lo escrito (“Me dicen que diga quién soy”). Historias todas enmarcadas en lugares ya mitificados por el autor, como el París de la bohemia, las calles húmedas de Barcelona o las islas Azores, Ítaca fantasmagórico a donde los personajes tienden de manera irremediable.

En “Porque ella no me lo pidió”, por ejemplo, una novela corta que se erige, quizás, como la mejor pieza de la antología, se tejen todos estas inquietudes que perturban al autor. Es la historia del propio Vila-Matas, al que la excéntrica artista Sophie Calle le pide que escriba un cuento para ella, de manera que pueda llevarlo a cabo en su vida real. De esta forma el escritor catalán nos introduce, a través de su hipnótica prosa, en una espiral de subyugantes historias que terminan conformando una precisa sala de espejos donde nada es lo que parece ser. Y es que con Vila-Matas el lector nunca está seguro ni a salvo. Sus convicciones, sus expectativas se van desquebrajando a lo largo del relato, y, extenuado tras la permanente ruptura de las convenciones narrativas a las que se ve sometido, ni siquiera se siente capaz de diferenciar entre autor, narrador, personajes y personas reales, llegando incluso a dudar hasta de su propia entidad como receptor del mensaje.

Sí, seguramente no encontraremos en esta antología al Vila-Matas más sublime, pero sí la materia prima que conforma su obra mayor, así como las huellas que nos facilitarán la arriesgada tarea de adentrarnos en el fascinante mundo de uno de nuestros mejores novelistas actuales, cubierto, sin duda, por el extraño abrigo de la genialidad.

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