19 abril 2013

Dios salve al pequeño comercio, las tacitas de porcelana y la virginidad

The Kinks are The Village Green Preservation Society

Andy Miller

Libros Crudos, 2013. Colección "33 1/3"

ISBN: 978-84-613-6197-7

133 páginas

9,95 €

Traducción de Iñigo Eguillor y Antón López



Fran G. Matute

Asumo que el lector que se acerque a leer esta reseña ya sabe quiénes son The Kinks. Más que nada porque, si no, este minucioso ensayo sobre el proceso de grabación del disco The Kinks are The Village Green Preservation Society (1968) no le iba a interesar en absoluto. Así que daremos por sentado que todos los aquí presentes conocen sobradamente a ese poeta laureado del ‘pop’ que atiende al nombre de Ray Davies, responsable único de esta obra de orfebrería sónica.

Tomando como modelo de investigación el trabajo realizado por Ian MacDonald en Revolución en la mente (1994) -que no es sólo el mejor libro escrito jamás sobre The Beatles sino que pasa por ser una de las piezas esenciales de la literatura ‘rock’-, el escritor Andy Miller realiza un completo ejercicio de periodismo musical para procurar componer el cuadro más exacto posible de cómo se gestó esta colección de canciones, la más personal de cuántas escribió Ray Davies al frente de The Kinks. Y el trabajo final es ciertamente meritorio aún teniendo en cuenta que el autor no llega nunca a entrevistar al propio Ray, por lo que siempre tiene uno la sensación de estar perdiéndose algo por el camino. De todas formas, el compositor ya dejó dicho todo lo que tenía que decir sobre el particular en su excelente autobiografía ficcionada, X-Ray (1994), y Miller bebe profusamente de dicha fuente, así como de Kink (1996), las memorias de Dave Davies, hermano pequeño de Ray y guitarrista del grupo.

A pesar de que el presente ensayo haya sido construido sin contar con el principal artífice del disco en cuestión (sí que participan en la ronda de entrevistas Pete Quaife y Mick Avory, bajista y batería, respectivamente, de The Kinks, que son capaces de ofrecer la mejor visión interna posible de cómo se ejecutaron las grabaciones), la verdad es que la información que Miller ofrece sobre el contexto en el que se gestó este ‘long-play’ resulta impagable hasta para el más confeso admirador de la banda de Muswell Hill.

Es ciertamente The Kinks are The Village Green Preservation Society el álbum con más intrahistoria del grupo. Por todas las vicisitudes que padeció durante su proceso de grabación, por la forma en que fue ignorado en el momento de su publicación, por el culto que ha ido ganando con el paso del tiempo y, sobre todo, por el momento de ebullición creativa en el que se encontraba Ray Davies por aquel entonces, con sólo 23 años. Para 1968, Ray Davies ya había demostrado ser un pintor fino de caracteres. En sus canciones se introducían personajes de lo más variopintos, y todos remitían a retratos costumbristas del ‘every man’ inglés. A Davies no le importaba la grandilocuencia del Imperio (aunque posteriormente cantara sus alabanzas, no sin cierta pesadumbre), sino que le gustaba sentarse a observar a sus vecinos e imaginar mil y una historias para ellos. Y por este motivo, Ray Davies siempre fue a contracorriente de los tiempos. Cuando la música se sofisticaba a mediados de los 60, The Kinks dieron un giro casi copernicano a su sonido y se volvieron más nostálgicos que nunca. Y de ahí surgió The Kinks are The Village Green Preservation Society, un cántico a las cosas sencillas compuesto de viñetas costumbristas que ofrecía una visión “conceptual” de la filosofía artística de Ray Davies. Pues éste no sólo fue el primer disco compuesto en su totalidad por Ray, sino que se considera prácticamente un trabajo en solitario aunque este ensayo se encarga de desmitificar lo anterior.

Nos ha interesado, dentro de los miles de apuntes, anécdotas y datos que ofrece Miller en este ensayo, la fuerte conexión literaria que tienen algunas de las letras más significativas de este álbum. Y aunque sólo sea porque estamos en una bitácora literaria, nos interesa comentar brevemente dichas conexiones. Se da a entender, y hay bastantes argumentos para creer en ello, que Ray Davies pasaba por una especie de período “orwelliano”. Qué duda cabe que un tema como “Animal Farm”, tiene una clara inspiración en Rebelión en la granja (1945), pero Miller también saca a relucir la influencia de otro texto de George Orwell como Subir a por aire (1939), en canciones como “Big Sky”, por ejemplo. Por otro lado, también se deja entrever en las letras compuestas por Ray Davies al poeta Dylan Thomas, sobre todo su Bajo el bosque lácteo (1954) que fue incluso el nombre inicial del proyecto. De este texto de Thomas extraería Davies a uno de sus personajes, la huidiza Polly Garter, protagonista del ‘single’ “Polly”, no incluida en el Lp pero grabada en las mismas sesiones. Así mismo, encontramos a unos tales Tom y Daisy en la excelsa “Village Green”, nombres tomados de El gran Gatsby (1925) de F. Scott Fitzgerald. Y, por último, el “Phenomenal Cat” que plantea Ray Davies en el disco presenta unas enormes reminiscencias con el gato de Cheshire que ideó Lewis Carroll para Alicia en el país de las maravillas (1865).

Otro ámbito a destacar de este concienzudo ensayo es el tercer capítulo, dedicado a aquellas canciones que se grabaron durante el período de gestación del álbum pero que o bien no terminaron nunca de ver la luz o fueron siendo publicadas en formato ‘single’ o recopilatorios, con el paso del tiempo. Y es que, dentro de las escasas rarezas que ofrece un catálogo tan extenso como el de The Kinks, lo cierto es que el grueso de las mismas surgieron de las sesiones de The Kinks are The Village Green Preservation Society, siendo muchas de estas canciones grandes joyas perdidas por las que los fanáticos sentimos verdadera devoción por su altísima calidad musical. Así que toda luz que se arroje sobre dichas grabaciones es como maná caído del cielo.

No nos queda otra que aplaudir que una editorial atrevida como Libros Crudos se lance a publicar en castellano estos libritos ya clásicos entre los consumidores de música 'rock', con independencia de que las ediciones y la traducción no estén todo lo pulidas que debiera. Nosotros nos hemos decantado por The Kinks porque son nuestro grupo favorito de todos los tiempos, pero estamos seguros de que en el catálogo de la colección “33 1/3” podrán encontrar los melómanos otros ensayos discográficos más ajustados a sus paladares. Se suele decir que escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura, pero esta colección desmiente lo anterior por completo. Pues hemos engullido este entretenidísimo ensayo con avidez y hemos disfrutado tanto con la música como con la letra. ‘God save The Kinks’.

2 comentarios:

José Manuel dijo...

Mmmmmm! Buenísima pinta!

Fran G. Matute dijo...

Por si no ha quedado claro en la reseña, el librito está de puta madre incluso para el más puesto en los Kinks... Píllalo!