12 noviembre 2009

Me encontré con Pirandello en second life

Fama

Daniel Kehlmann

Anagrama, 2009

ISBN: 9788433975140

192 páginas.

15 €

Traducción: Helena Cosano



Manolo Haro

En términos estrictamente retóricos, podemos afirmar que un autor tiene tres salidas para desflorar su magín en torno a los temas que envenenan sus sueños: la lírica, para calar su corazón ante el lector voyeur; la épica, para amueblar el cronotopo por donde andarán unos individuos nacidos de sus obsesiones, siempre guiados amablemente por la gentil voz del narrador; o la dramática, para abandonar a seres apasionados a su suerte, encapsulados, normalmente, en las tres unidades de acción, tiempo y espacio. A estas gateras literarias se les suele sumar una puerta trasera, sin adorno, sin pomo y sin cerradura, a la que el autor recurre en estado puro, sin malabarismos estilísticos que empañen su visión del mundo: el ensayo.
Quiero decir que a veces la escurridiza materia con la que trabaja el escritor puede desembocar en unos elaborados poemas, una novela contemporánea, un drama de acotaciones vanguardistas o un ensayo esclarecedor. Dado que Daniel Kehlmann aspira el polvo invisible que expulsa el mundo actual, podría haber optado por radiografiar éste con un notable estudio de algunos temas que en los últimos años han regalado una plétora de títulos. No es el caso. Kehlmann ha construido una novela, Fama, donde se cuelan asuntos tales como la lábil materialidad de un mundo en el que el espacio, la personalidad, la fama, la intimidad, la realidad, la ficción, etc., permeados todos por el vapor inconsistente de la irrealidad.
En una excelentemente tramada novela, donde concurren nueve historias, se cruzan personajes que en algún momento de sus vidas, reales o ficticias, se toparán unos con otros, hasta el punto de condicionar existencias y movimientos. Si nos permitimos tomar la tesis de la inmateriabilidad del mundo postmoderno como detonante de nuestra relación con los demás, esta obra puede ofrecernos muchas claves sobre en qué punto se encuentra el himen que reserva la integridad de lo real por encima de la ficción.
He aquí la galería de espectros: un técnico informático que acepta el juego de contestar a unas llamadas recibidas en su móvil por equivocación, haciéndose pasar por alguien que no es él; un escritor con miedo a volar cuyo personaje se parece a su amante; una anciana que se resiste a dejarse morir; un actor que sufre la usurpación de su personalidad y su vida por un imitador; una autora de novelas policíacas envuelta en una odisea burocrática y surreal que la lleva a casi desaparecer del mundo literario; un escritor brasileño de libros de autoayuda (claro e irónico trasunto de Paulo Coelho) que se plantea pasar a la acción para crear su obra magna no escrita, la cual desmentirá a aquélla otra que mantiene vivos y esperanzados a sus lectores; un empleado de una compañía de móviles, fan fatal de un escritor de éxito; un adúltero que observa poco a poco la forma en la que su doble mentira se desboca; y una doctora que se parece a un personaje de novela.
Vidas engarzadas por un complejo entramado que servidor no desvelará, pero que muestra un talento literario a tener en cuenta para la próximas actuaciones del señor Kehlmann en el círculo central del circo de las letras. Barajar cartas en donde se juega con la ficción y la realidad a modo de cajas chinas y hacerlo de manera aparentemente sencilla requiere de gran destreza narrativa. Juego, eso es lo que hay aquí, mucho juego; pero también una aguda mirada hacia las formas que toma la ficción en el mundo actual, basada en las pistas que de la realidad da Wikipedia, you tube, second life o los propios mensajes y conversaciones de teléfono, donde la condición de meras voces concede la posibilidad de inventar un discurso sin vinculación alguna al espacio en el que estamos ni al cuerpo que habitamos.
Ojalá que el autor nos siga regalando en venideras entregas el envés irónico de ciertas postales compradas a pie de infierno, de ese infierno tan cercano en el que cargamos móviles, engañamos a nuestras parejas y soñamos, permanentemente, que somos otra persona, no siempre mejores ni más humanas.

2 comentarios:

Carolink dijo...

Qué buena pinta tiene esta novela. A por ella.

Alejandro Luque dijo...

Si Rodrigo García ve este título, te lo roba