23 diciembre 2009

La televisión hace pensar

Los Soprano forever
Antimanual de una serie de culto


VV.AA.

Errata Naturae, 2009

ISBN: 978-84-937145-4-3

168 Páginas

16,90 €




Carolina León

¿Tiene una serie de televisión categoría suficiente para estimular a los pensadores de la estética y la filosofía modernas a crear en torno suyo? Frente a un libro como éste (y hay otro reciente en los estantes de “novedades”, Los Simpson y la filosofía), algunos pondrán una ceja en alto con toda la suspicacia del mundo.

Esos, en todo caso, son los que no han recorrido los ochenta y seis capítulos de Los Soprano (y probablemente ninguna de las muchas temporadas de series ya imprescindibles en el imaginario audiovisual reciente, véase Six Feet Under, The Wire o Mad Men). Con Los Soprano, como mundo televisivo, producto cultural que juntó a muchos miles de personas delante de sus pantallas por varios años y revulsivo de un género completo con varias décadas de historia (el cine negro y, dentro de él, el subconjunto de las películas de mafiosos), no sorprende lo más mínimo que críticos de la cultura como Noël Carrol increpen a los creadores de la serie desde puntos de vista como la moral, las trampas de la identificación con los criminales, la estética posmoderna, la psicología, las distintas interpretaciones del mal o el nihilismo.

El volumen diseñado por la editorial Errata Naturae es una selección (o disección) de algunos de los textos de otro volumen, norteamericano él, (The Sopranos and philosophy: I kill therefore I am, 2004), que aquí se cocinan en otros caldos. Los del mencionado Carrol, Peter H. Hare o Kevin L. Stoehr, profesores y eminencias en disciplinas humanistas en universidades del gran país, han salido de aquel otro libro para reunirse con artículos entregados por algunos de los señores más importantes de nuestras universidades: Iván de los Ríos, Fernando R. Lafuente, Ignacio Castro Rey o Fernando Castro Flórez, quien se marca un ensayo de sesenta páginas con ¡125 notas al pie!

Y es que dentro de una serie como ésta, donde se pusieron en entredicho muchas cosas dadas por sabidas, se pudo ver reflejado cualquier tipo de clase media (sin necesidad de dedicarse al contrabando, la trata de mujeres o las extorsiones) de cualquier ciudad del “primer mundo”, pudimos conocer la degradación existencial del mito del mafioso elegante y cool inmortalizado por Coppola en la persona de un inmenso (en todos los sentidos) Tony Soprano, y donde los tipos humanos más corrientes, tan parecidos a nuestros vecinos (esa Carmela con preocupaciones de andar por casa y remordimientos por la forma en que su marido gana el dinero, esos viejetes verdes en chándal deformante...), ha dado y dará para pensar mucho. Para tratar de desentrañar sus secretos.

Y, dentro de Los Soprano forever, hay espacio para divagaciones más o menos pertinentes, pero en cualquier caso se pueden encontrar ideas sabrosas y estimulantes. Como en “Mitología y desencanto: una introducción a Tony Soprano” (Iván de los Ríos), en que las lecturas se cruzan hacia el corazón del personaje que condujo la serie, tratando de entresacar una tipología del criminal dentro y fuera de la pantalla. El extenso, y sabio, ensayo de Castro Flórez, intensísimo en referencias y contactos con Freud, Lacan, Baudrillard, Bataille y otros muchos, en una apasionante exploración al interior de las relaciones de los individuos representados en la serie, en sus roles y en su visión de sí mismos (si es que un personaje puede tener autoconciencia), que funciona como el más abarcador análisis de los que aquí se pueden leer. Como el de Ignacio Castro Rey (“Vivir puede matar”), el más crítico con los conceptos de televisión y entretenimiento de entrega semanal, que abre muchas cuestiones en torno a la mitificación de la serie: si realmente se puede comparar con la historia del cine o si merece la pena dedicarle 86 horas de nuestra vida a su visionado.

Pues mi respuesta incondicional es que sí. Que hay que pararse a degustar despacito y con buen sofá bajo las posaderas (o, como dice Rodrigo Fresán al término, “mudarse a vivir a la casa de New Jersey”) toda la serie, para poder después entrar en el libro. Que el segundo es un conjunto de reflexiones desde lo modesto a lo más interesante, pero que no podrían existir sin el artilugio creado por David Chase y compañía. Buon anima!

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