200 páginas.
17,80 €
Traducción: Gabriel Menéndez Torrellas.
Ilya U. Topper
Un breve recorrido por un buscador de internet nos revela que Nasr Hamid Abu Zayd es un pensador egipcio, doctorado en estudios islámicos y árabes en El Cairo y denostado en la Universidad por sus ideas poco ortodoxas respecto a la interpretación del Corán. Tan denostado que un tribunal civil le declaró apóstata ―lo cual en Egipto no es un delito penal― y decidió divorciarle de su mujer. La pareja se exilió a Holanda, donde Ab Zayd ocupa la cátedra Ibn Rushd de Humanidades e Islam.
Es, pues, con expectación que uno abre el ensayo El Corán y el futuro del islam. Una reciente conferencia de Abu Zayd en la Casa Árabe en Madrid, en la que el autor asume la condición de pensador no ortodoxo, científico, racionalista e incluso “hereje”, en todo caso alejado de la teología, aumenta la curiosidad.
El libro (¿realmente hizo falta colocar a una chica con pañuelo en la portada justo cuando su autor defiende que el islam no manda cubrirse la cabeza?) conquista desde la primera página con un estilo directo, claro, sencillo, sin florituras y sin eufemismos. Arranca con un breve resumen de la historia del islam y un excelente análisis de su mala imagen actual, provocado por las corrientes que hoy usurpan el nombre de esta religión. El autor es consciente del enorme peligro que acecha a todo pensador musulmán que escribe para un público europeo (ignorante en todo lo que se refiere a esta fe): el de reaccionar con vehemencia frente a los tópicos equivocados y de deslizarse hacia una enardecida defensa del islam. Abu Zayd evita este escollo y dibuja el islam en su contexto histórico, producto de las tensiones políticas de la Península Arábiga y de las influencias culturales griegas, persas, romanas... ni mejor ni peor que otras confesiones.
Pero quien abre el libro con la esperanza de encontrarse una revisión racional y científica de la historia del islam y su futuro, lo cerrará con desilusión. Abu Zayd no se aparta de la visión tradicional y clásica del islam. Mantiene que el Corán es, íntegramente, fruto de la inspiración divina, aunque se esfuerza en separar este texto divino de todo el compendio de leyes que luego derivaron de él sus exégetas y que, por supuesto, no son divinas.
Para un creyente, sea del signo que sea, esta manera de ver la historia de una religión es, seguramente, lúcida y racional. El libro se dirige, pues, en primer lugar a los musulmanes en Europa (inmigrantes de segunda generación, conversos), que quieren conocer cuál es realmente la religión en la que creen, más allá de las prédicas fundamentalistas que se han apoderado de las mezquitas. Cabe imaginar que fue ésta la intención de las entrevistas que la periodista turco-alemana Hilal Sezgin realizó a Abu Zayd y que desembocaron en este libro. En un país profundamente religioso como es Alemania, además, un gran sector de la población cristiana entenderá plenamente el discurso del pensador egipcio y se sorprenderá de las escasas diferencias que hay entre la teología islámica y la cristiana, dos religiones gemelas, como subraya el libro con mucho acierto.
En España, acostumbrada a un discurso científico laico, meter a Dios en un análisis histórico de una religión y asumir los postulados de los teólogos musulmanes como si fueran verdades arqueológicas (empezando por la propia existencia de Mahoma) debe sorprender un poco más. No obstante, El Corán y el futuro del islam tiene, también para el lector agnóstico, el atractivo de presentar una versión coherente y sencilla del islam visto por los musulmanes.
Su mérito ―y no es un mérito menor― consiste en recuperar esta visión tradicional y clásica frente al batiburrillo fundamentalista wahabí que hoy impera en las pantallas de televisión de todo el mundo. Porque, y eso se olvida demasiado a menudo, la visión del islam que nos llega hoy desde los noticiarios de cualquier televisión, sea árabe, europea o americana, tiene tanto que ver con el islam como un telepredicador de los testigos de Jehová tiene que ver con el cristianismo.
A falta de conocer las demás obras de Nasr Hamid Abu Zayd, aun no traducidas al castellano, el libro suscita una inquietante pregunta: si su autor fue declarado apóstata en Egipto por defender la visión clásica y tradicional del islam... ¿de qué calaña son hoy quienes se adjudican el papel de gran inquisidor del islam, santo cielo?
Un breve recorrido por un buscador de internet nos revela que Nasr Hamid Abu Zayd es un pensador egipcio, doctorado en estudios islámicos y árabes en El Cairo y denostado en la Universidad por sus ideas poco ortodoxas respecto a la interpretación del Corán. Tan denostado que un tribunal civil le declaró apóstata ―lo cual en Egipto no es un delito penal― y decidió divorciarle de su mujer. La pareja se exilió a Holanda, donde Ab Zayd ocupa la cátedra Ibn Rushd de Humanidades e Islam.
Es, pues, con expectación que uno abre el ensayo El Corán y el futuro del islam. Una reciente conferencia de Abu Zayd en la Casa Árabe en Madrid, en la que el autor asume la condición de pensador no ortodoxo, científico, racionalista e incluso “hereje”, en todo caso alejado de la teología, aumenta la curiosidad.
El libro (¿realmente hizo falta colocar a una chica con pañuelo en la portada justo cuando su autor defiende que el islam no manda cubrirse la cabeza?) conquista desde la primera página con un estilo directo, claro, sencillo, sin florituras y sin eufemismos. Arranca con un breve resumen de la historia del islam y un excelente análisis de su mala imagen actual, provocado por las corrientes que hoy usurpan el nombre de esta religión. El autor es consciente del enorme peligro que acecha a todo pensador musulmán que escribe para un público europeo (ignorante en todo lo que se refiere a esta fe): el de reaccionar con vehemencia frente a los tópicos equivocados y de deslizarse hacia una enardecida defensa del islam. Abu Zayd evita este escollo y dibuja el islam en su contexto histórico, producto de las tensiones políticas de la Península Arábiga y de las influencias culturales griegas, persas, romanas... ni mejor ni peor que otras confesiones.
Pero quien abre el libro con la esperanza de encontrarse una revisión racional y científica de la historia del islam y su futuro, lo cerrará con desilusión. Abu Zayd no se aparta de la visión tradicional y clásica del islam. Mantiene que el Corán es, íntegramente, fruto de la inspiración divina, aunque se esfuerza en separar este texto divino de todo el compendio de leyes que luego derivaron de él sus exégetas y que, por supuesto, no son divinas.
Para un creyente, sea del signo que sea, esta manera de ver la historia de una religión es, seguramente, lúcida y racional. El libro se dirige, pues, en primer lugar a los musulmanes en Europa (inmigrantes de segunda generación, conversos), que quieren conocer cuál es realmente la religión en la que creen, más allá de las prédicas fundamentalistas que se han apoderado de las mezquitas. Cabe imaginar que fue ésta la intención de las entrevistas que la periodista turco-alemana Hilal Sezgin realizó a Abu Zayd y que desembocaron en este libro. En un país profundamente religioso como es Alemania, además, un gran sector de la población cristiana entenderá plenamente el discurso del pensador egipcio y se sorprenderá de las escasas diferencias que hay entre la teología islámica y la cristiana, dos religiones gemelas, como subraya el libro con mucho acierto.
En España, acostumbrada a un discurso científico laico, meter a Dios en un análisis histórico de una religión y asumir los postulados de los teólogos musulmanes como si fueran verdades arqueológicas (empezando por la propia existencia de Mahoma) debe sorprender un poco más. No obstante, El Corán y el futuro del islam tiene, también para el lector agnóstico, el atractivo de presentar una versión coherente y sencilla del islam visto por los musulmanes.
Su mérito ―y no es un mérito menor― consiste en recuperar esta visión tradicional y clásica frente al batiburrillo fundamentalista wahabí que hoy impera en las pantallas de televisión de todo el mundo. Porque, y eso se olvida demasiado a menudo, la visión del islam que nos llega hoy desde los noticiarios de cualquier televisión, sea árabe, europea o americana, tiene tanto que ver con el islam como un telepredicador de los testigos de Jehová tiene que ver con el cristianismo.
A falta de conocer las demás obras de Nasr Hamid Abu Zayd, aun no traducidas al castellano, el libro suscita una inquietante pregunta: si su autor fue declarado apóstata en Egipto por defender la visión clásica y tradicional del islam... ¿de qué calaña son hoy quienes se adjudican el papel de gran inquisidor del islam, santo cielo?
2 comentarios:
¿Seguro que España está tan acostumbrada al 'discurso científico laico'? ¿Así sin más, o en comparación con...?
En comparación con Alemania, sí. Alemania es un país creyente. La constitución empieza en el nombre de Dios. El partido en el poder se llama Unión Demócrata Cristiana, y reivindican mucho este último término. En el consejo general audiovisual de la nación no sólo meten a empresarios de la tele, sindicatos y catedráticos sino también a curas.
España es el país más laico de Europa, probablemente después de Francia. Y con mucha diferencia al resto. Créeroslo de una vez, ¡gente de poca fe!
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