Los que rugen
Care Santos
Páginas de espuma, 2009
ISBN: 978-84-8393-042-7
168 páginas
15 euros
Carolina León
De esta mujer, que no es ni mucho menos recién llegada, se pueden esperar de entrada sensaciones de intensidad literaria. Si se trata del relato breve, género en el que se estrenó y atesora varios volúmenes, incluso podemos empezar a salivar antes de probar bocado, imaginando lo que a continuación va a venir.
Pues, aficionados al cuento en general y a los cuentos de delicada composición y filigrana, atención al regreso de Care Santos a la narrativa breve. En “Los que rugen”, hay ficciones de sólida formación, recorridas por seres fantasmales, espectros, personas que fueron o personas que ya no van a ser, y también algunos vivos. Unos llegan para perturbar a los otros, los otros se pliegan a las olas de sus ausencias, y los que narran bien pueden estar en uno u otro lado, pero siempre rezumando una sensibilidad extraña hacia los "fenómenos". Sin embargo... si algunas de estas piezas entrara a formar parte de una antología de literatura fantástica, no sería ni exacto ni justo.
La forma en que Santos inserta un mundo con otro hace que se diluyan las fronteras y una cosa deje de estar separada de la otra. No hay muertos ni vivos, hay seres dolidos por la pérdida y obligados al olvido, expuestos a la soledad y al extrañamiento del mundo. A ratos, los fantasmas de estos cuentos son muy corpóreos y, por momentos, los personajes “de carne y hueso” se desvanecen y se comportan como sombras.
El resultado, al haber recorrido todas las historias, es una agradable sensación de coherencia, de ausencia de tópicos, de naturalidad viva y fresca que hace de la fantasía lo más real posible en este universo literario. Porque nada habría más inexacto y desastroso, en 2009, que rellenar páginas con historias de “fantasmas” como si nada hubiese cambiado desde el siglo XIX: ahí está Care Santos con una actualización bien urdida y la pose, nada fingida, de que esta realidad sin ese otro lado, sin las zonas no comprensibles o aprehensibles por el intelecto, no sería esta realidad.
Hay fantasmas que no se reconocen como tales (“Por las noches aullamos”), la presencia inquietante de la más fría soledad (“Círculo Polar Ártico”), los problemas que nos crean aquellos a los que ignoramos o despreciamos (“Orden alfabético”), el lastre de la más sencilla falta de decisión (“Seis botellas, o tres, de Gran Reserva”), lo desconocido que se instala en lo familiar (“Promoción de otoño”) o ajustes de cuentas que se guardan con mucho celo (“Marcar un gol”). Para estos fantasmas y sus sufrientes manifestaciones, hay “comienzos que pueden parecer extraños”, están “preocupados por la dificultad del final” o, inadvertidos, entienden que “no se podía estar más equivocado”.
Ser fantasma y escribir ficción son cosas muy parecidas, parece querer decirnos la autora. Al cabo, requiere de entender y descifrar millones de diminutas encrucijadas en cada nueva frase, en cada sintagma.
Estos cuentos de apariencia sencilla y tema “sobrenatural” no lo son en absoluto (ni lo uno ni lo otro). Y, al cabo, la autora nos está contando más secretos sobre el propio acto de metamorfosear la realidad en historias que sobre los fantasmas de quienes, para ser honestos, poco sabemos nosotros.
Care Santos
Páginas de espuma, 2009
ISBN: 978-84-8393-042-7
168 páginas
15 euros
Carolina León
De esta mujer, que no es ni mucho menos recién llegada, se pueden esperar de entrada sensaciones de intensidad literaria. Si se trata del relato breve, género en el que se estrenó y atesora varios volúmenes, incluso podemos empezar a salivar antes de probar bocado, imaginando lo que a continuación va a venir.
Pues, aficionados al cuento en general y a los cuentos de delicada composición y filigrana, atención al regreso de Care Santos a la narrativa breve. En “Los que rugen”, hay ficciones de sólida formación, recorridas por seres fantasmales, espectros, personas que fueron o personas que ya no van a ser, y también algunos vivos. Unos llegan para perturbar a los otros, los otros se pliegan a las olas de sus ausencias, y los que narran bien pueden estar en uno u otro lado, pero siempre rezumando una sensibilidad extraña hacia los "fenómenos". Sin embargo... si algunas de estas piezas entrara a formar parte de una antología de literatura fantástica, no sería ni exacto ni justo.
La forma en que Santos inserta un mundo con otro hace que se diluyan las fronteras y una cosa deje de estar separada de la otra. No hay muertos ni vivos, hay seres dolidos por la pérdida y obligados al olvido, expuestos a la soledad y al extrañamiento del mundo. A ratos, los fantasmas de estos cuentos son muy corpóreos y, por momentos, los personajes “de carne y hueso” se desvanecen y se comportan como sombras.
El resultado, al haber recorrido todas las historias, es una agradable sensación de coherencia, de ausencia de tópicos, de naturalidad viva y fresca que hace de la fantasía lo más real posible en este universo literario. Porque nada habría más inexacto y desastroso, en 2009, que rellenar páginas con historias de “fantasmas” como si nada hubiese cambiado desde el siglo XIX: ahí está Care Santos con una actualización bien urdida y la pose, nada fingida, de que esta realidad sin ese otro lado, sin las zonas no comprensibles o aprehensibles por el intelecto, no sería esta realidad.
Hay fantasmas que no se reconocen como tales (“Por las noches aullamos”), la presencia inquietante de la más fría soledad (“Círculo Polar Ártico”), los problemas que nos crean aquellos a los que ignoramos o despreciamos (“Orden alfabético”), el lastre de la más sencilla falta de decisión (“Seis botellas, o tres, de Gran Reserva”), lo desconocido que se instala en lo familiar (“Promoción de otoño”) o ajustes de cuentas que se guardan con mucho celo (“Marcar un gol”). Para estos fantasmas y sus sufrientes manifestaciones, hay “comienzos que pueden parecer extraños”, están “preocupados por la dificultad del final” o, inadvertidos, entienden que “no se podía estar más equivocado”.
Ser fantasma y escribir ficción son cosas muy parecidas, parece querer decirnos la autora. Al cabo, requiere de entender y descifrar millones de diminutas encrucijadas en cada nueva frase, en cada sintagma.
Estos cuentos de apariencia sencilla y tema “sobrenatural” no lo son en absoluto (ni lo uno ni lo otro). Y, al cabo, la autora nos está contando más secretos sobre el propio acto de metamorfosear la realidad en historias que sobre los fantasmas de quienes, para ser honestos, poco sabemos nosotros.
2 comentarios:
amiga Leon, como su propio nombre indica, es ud. una fiera
Muchas gracias Carolina por tu labor con nuestro libro. Y enhorabuena a todos por el blog.
Abrazos
Juan
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